Ibiza

A Ibiza los romanos la llamaron Ebusus al latinizar su nombre púnico, pues antes de pertenecer al Imperio la isla fue un importante enclave cartaginés denominado Ibosim.

Viajar a Ibiza es viajar con una mochila llena de expectativas y prejucios. Todo el mundo parece conocer la isla, bien por haber estado o bien por lo que se dice de ella, así que es seguro que en tu cabeza ya has imaginado lo que puedes encontrarte en ella. En realidad Ibiza tiene todo lo que de ella se cuenta y lo que no, así que lo mejor es tener claro qué tipo de viaje quieres realizar para llegar a conectar con ella.

Para llegar a la isla desde la península podemos hacerlo mediante avión o en barco saliendo desde Barcelona, Valencia o Denia. Nosotros elegimos el avión, con llegada al aeropuerto situado en Sant Jordi de ses Salines, a las afueras de Ibiza.

Una vez en tierra si has alquilado coche tendrás que seguir las indicaciones del recibo del alquiler y si no es tu caso podrás alquilar un utilitario en las diversas compañías que se encuentran dentro de la terminal. Pero si alquilar un coche no está dentro de tus planes, para dirigirte al centro de Ibiza tendrás que coger un autobús a la salida del aeropuerto, sin cruzar la calle a mano derecha. Línea 10 Ibiza-Aeropuerto. El precio del billete son 3.50€

Respecto al alojamiento no voy a escribir nada basado en mi propia experiencia, pues no quiero publicitar algo que no ha estado a la altura de mis expectativas o que no recomiendo. Por ello tan solo señalar que una vez más, pensando en el tipo de viaje que queremos realizar, hay que tener cuidado con la zona donde nos vamos a alojar. Realmente el tiempo que se pasa en un hotel es mínimo, pero el entorno del mismo también cobra importancia cuando deseas dar un paseo nocturno o salir a tomar algo tranquilamente. La cantidad de turistas extranjeros en Ibiza es elevada y más aún en determinados meses, por ello zonas como San Antoni no las recomiendo si se pretende hacer un turismo más enfocado a la tranquilidad y el sosiego, en cambio la zona de Santa Eulalia o un alojamiento rural hacia el interior se presta más este tipo de viaje.

Carretera y mantel empezó su periplo ibicenco en una de las calas más conocidas: Cala Comte. No es de las más tranquilas, pero en ella rebosa un ambiente que mantiene el equilibrio perfecto entre lo hippie y lo chic. Aguas azules y arena fina y clara cercada por rocas sobre las que se encuentran algunos chiringuitos. Podría decirse que la cala se divide en varias zonas: Mirando al mar y de izquierda a derecha encontramos hacia el Oeste la parte más escarpada y rocosa. La parte central de la cala es un arenal dividido por un pequeño saliente de roca natural donde podemos tumbarnos a descansar y a disfrutar del sol.

Si nos aventuramos a caminar hacia la derecha encontraremos otra zona más familiar con aguas también poco profundas y un acceso al Sunset Ashram, donde podemos tomar un par de cervezas, por unos 9€, y disfrutar de las maravillosas vistas que junto con la mano del Dj de turno harán que el elevado precio de la bebida merezca la pena ser pagado.

Pero si queremos disfrutar de una zona más tranquila tendremos que caminar hacia la derecha, sobre el acantilado, hasta llegar a otro chiringuito desde el que divisaremos lo que podríamos denominar una piscina natural. Desde ahí, sorteando unas escaleras de piedra bajaremos hasta un entrante de mar de aguas cristalinas y poca profundidad donde podremos disfrutar de un tranquilo baño. Recomiendo visitar este lugar bien entrada la tarde puesto que desde las rocas del acantilado que nos conduce hasta la piscina natural se puede disfrutar de una bonita puesta de sol.

Nuestra siguiente parada la realizamos en Cala Mastella, situada en la zona Noreste de la isla. Cala Mastella no se parece a Cala Comte salvo por el característico color de sus aguas; esta es una cala donde reina la tranquilidad, de dimensiones reducidas y de escasa arena. Sus aguas son poco profundas permitiendo adentrarse algunos metros en ellas. Esta cala es ideal para hacer snorkel, y recomiendo visitarla con calzado adecuado para agua puesto que el fondo es de piedra. Llama la atención que a pesar del reducido tamaño tenemos la opción de alquilar tumbonas en un pequeño chiringuito donde también podremos comprar alguna bebida. 

Sin embargo el reclamo de esta cala no sólo se encuentra en su paisaje sino también en el viejo restaurante semiescondido en un entrante que divisaremos desde cala Mastella: El Bigotes. Se trata de un viejo chiringuito sobre el mar, con menú cerrado compuesto por Bullit de peix, que varía según el pescado recogido ese mismo día, y arroz a banda; todo cocinado en fuego de leña y ante los comensales. Es un lugar curioso donde se comparte mesa y los platos se comen a la vez ya que todo se cocina en la misma olla. Es imprescindible probar el café de puchero ¡Delicioso! y no saltarse el típico pan con ali-oli y olivas ni obviar el postre ya que todo en este lugar es casero y está cocinado con mimo y esmero. Que nadie se olvide de reservar con antelación y sobre todo de confirmar la reserva, ya que si no se confirma se anula debido a que la demanda que tiene El Bigotes es bastante elevada. Para ello podéis llamar al 650 79 76 33. No os dejéis engañar por las apariencias, merece la pena vivir la experiencia.

Siguiendo la ruta de calas tranquilas y poco arenosas llegamos hasta Sa Caleta, en la zona sur de Ibiza. Desde allí podemos tumbarnos y relajarnos mientras vemos los aviones que despegan sobrevolando la zona. Una vez aparcado nuestro vehículo en el parking gratuito nos dirigimos hacia la cala, dejando atrás un pequeño puesto de ropa  y un chiringuito con bastante buena pinta, donde dan comidas y cenas. Bajaremos por una rampa escalonada hasta llegar a la orilla arenosa. Allí también tendremos la posibilidad de alquilar una tumbona y de quedarnos en esa zona o caminar hacia la derecha (mirando al mar) donde llegaremos a una zona de cantos rodados y piedras arcillosas con las que podremos darnos un baño de barro. La cala resulta tranquila y apacible, pero hay que tener en cuenta que entrada la tarde da la sombra, por lo que para los amantes del sol, recomiendo visitarla por la mañana o en las primeras horas de la tarde.

Volvemos a cambiar de paisaje y de ambiente. Nos dirigimos hacia el Caribe ibicenco, una playa popular y concurrida sí, pero digna de ser visitada. Hablamos de Cala Salada y Cala Saladeta. Un amplio espacio con variedad de opciones, desde la zona más mediterránea, que la encontraremos nada más llegar, pasando por una zona más rocosa hasta llegar a un paisaje de aguas cristalinas, arena clara y rodeado de pinos. Como ya he mencionado la cala suele estar concurrida, pero siempre encontrarás un hueco en el que poder extender tu toalla.

La playa cuenta con servicios de bebida y comida, con unos camareros simpáticos que se presentarán por su nombre y te ofrecerán una variada carta. La orilla del mar se convierte en pasarela improvisada donde zumos naturales, fruta, empanadillas o pareos desfilan con desparpajo. El capricho de tomarte un mojito a orillas del mar es tentador y asequible, puedes deleitarte con un refrigerio por unos 4€.

Para acceder a este rincón de Ibiza podemos hacerlo por carretera siguiendo, una vez más, las señales; no hay pérdida. Una vez allí estacionaremos en el parking y por unas escaleras bajaremos hasta la cala, una vez allí podremos elegir quedarnos en Salada o discurrir por un sinuoso camino para llegar hasta Saladeta. Desde aquí quiero reseñar que existe un parking para minusválidos con acceso directo a la cala, dicho aparcamiento debería respetarse por todos aquellos cuya movilidad no es reducida, pues puede ser que la vagancia de unos limite el derecho a disfrutar de otros ya que, como he dicho, para llegar a la cala hay que hacerlo a través de unas escaleras.

Nuestra última cala a recomendar tampoco es ningún secreto: Cala Bassa, conocida por ser lugar de confluencia de numerosos famosos o conocidos. Una vez más nos encontramos ante una playa concurrida pero con un ambiente mucho más familiar. Aguas poco profundas y claras habitadas por numerosa variedad de peces. Sin apenas oleaje se asemeja más a un lago tranquilo que a un entrante de mar.

Esta vez el parking no es gratuito; al llegar tendremos que estacionar nuestro vehículo previo pago de 5€ con una consumición de regalo. El parking pertenece al Cala Basa Beach Club y será allí donde podamos disfrutar de nuestra cerveza fría. La visita a este club es un capricho y un lujo que de vez en cuando hay que darse, pues cierto es que las vistas y el ambiente van incluídos en el precio.
El CbbC se extiende a lo largo de toda Cala Bassa y en él podemos encontrar todo lo necesario para relajarnos completamente, desde las ya tradicionales tumbonas donde degustar una copita de champagne hasta cabinas/cabañas de masaje. El CbbC está completamente integrado en la naturaleza, conectado mediante una larga pasarela de madera y manteniendo el tan ibicenco color blanco en toldos, manteles y tapicerías. No sólo de masajes vive el hombre y por ello en CbbC también podemos disfrutar de una buena comida mientras nos deleitamos con un mar azul turquesa. Conviene reservar para no cometer la torpeza de perderse este enclave.

Otro punto fuerte de Ibiza son sus atardeceres. Ningún coleccionista de atardeceres puede irse sin dejar de contemplar uno donde Es Vedra sea su protagonista. Para ello nos dirigimos dirección Cala d´Hort. Desde cualquier punto de esa zona podremos disfrutar de un anochecer de película, lo único que cambiará será la perspectiva.

La zona más conocida para verlo es desde la Torre del Pirata; desde allí obtendremos un atardecer en el que Es Vedra será la protagonista absoluta del instante. Para llegar hasta allí tendremos que tomar una pista forestal desde la carretera que lleva hasta la propia Cala d’Hort. Si ya estamos en esa misma carretera y vamos hacia la cala, la señal hacia la torre la tendremos a mano izquierda; hay que estar atentos pues es una señal bastante pequeña y de color púrpura. Si por el contrario estamos en Cala d’Hort tendremos que subir por la misma carretera y el letrero quedaría a mano derecha. Si llegamos hasta esa carretera desde otras direcciones, como por ejemplo desde San Antoni, llegaremos finalmente hasta un cruce en el que si giramos a la izquierda llegaremos hasta Cala d´Hort y hacia la derecha llegaremos hasta la indicación de la Torre Pirata.

Si finalmente no logramos encontrar el desvío o se nos hace tarde, podemos ver atardecer desde cualquier apeadero que encontraremos bajando hacia la propia Cala d´Hort, la única diferencia es que Es Vedra nos quedará un poco más a la izquierda en nuestra panorámica. Del mismo modo también podemos llegar hasta la cala y disfrutar de los colores que el cielo nos ofrece durante esas instantes contrastados con los barcos que se encuentran amarrados en la bahía.

Hasta aquí nuestra visita a Ibiza, pero no quería terminar sin mencionar un lugar muy especial y visita obligada en la isla, el restaurante Sa Finca, situado en la localidad de Santa Eulalia. Seguro que no os dejan indiferentes sus carnes exóticas. Os recomiendo una cena en la terraza, para disfruta de unas vistas de espectáculo.

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